*El Chico, Benito Collada, 80-82 de la calle Grove

La página web de Monster, un club de ambiente homosexual en la calle Groove 80-82 de Sheridan Square, cuenta a sus potenciales clientes que podrán bailar en la misma pista de baile, y admirar los mismos murales, que embellecían el restaurante más concurrido de la ciudad, El Chico, a comienzos de 1929.

El Chico fue fundado por Benito Collada, un inmigrante español de Avilés (Asturias), y abrió sus puertas por primera vez en la calle Sullivan en 1925. Pero cuando la nueva y opulenta torre Shenandoah Tower impuso su presencia en la esquina de la calle Grove y West 4th, en 1929, Collada decidió trasladar el negocio a la planta baja de este edificio. En apariencia entusiasta y lleno de vida, Collada había viajado mucho durante su juventud, recorriendo Filipinas, Méjico, Suramérica y Cuba antes de asentarse en Nueva York. Estuvo involucrado en la inauguración del Hotel Sevilla-Baltimore en La Habana y el Hotel Gloria en Río de Janeiro. Su restaurante El Chico, abarrotado de objetos legendarios, albergaba una especie de museo de su vida: un loro que –supuestamente- había pertenecido a Pancho Villa; una guitarra con un autógrafo de la mítica Raquel Meller dedicado a Collada; una campana que en su día se usó para anunciar el comienzo de un espectáculo interpretado en un escenario “rescatado” en un convento durante la Guerra Civil Española.

Benito Collada, propietario de El Chico (a la derecha), foto cortesía de Luz Damron née Díaz.

El nombre “El Chico” surgió como homenaje, o alusión, al último rey de Granada Boabdil el Chico, y algunos elementos de la decoración original del local seguramente eran de estilo moruno español. Pero el kitsch definía la decoración, dado el ecleticismo de sus objetos: mosaicos cerámicos pintados con las aventuras de Don Quijote, escudos dedicados a las distintas regiones de España, pósters y souvenirs de corridas de toros y, sobre todo, murales coloristas que retrataban a las bailaoras de flamenco. Estos murales, o al menos una parte de ellos, aún perduran tras los paneles de flexiglás de Monster Bar.

Collada también trabajó como empresario, ofreciendo espectáculos de artistas locales latinos, y de intérpretes de España, Argentina, Méjico y el Caribe, en El Chico. De hecho, estaba casado con una cantante y guitarrista puertoriqueña, Rosita Berrios. A mediados de los años 1930s decidió explotar esra rama y producir espectáculos para otros locales, por ejemplo el Teatro Cervantes en el Harlem español. Ciertas reseñas contemporáneas mencionan que ejercía de maestro de ceremonias en los shows que organizaba; otras agradecen a Collada la aparición de la rumba afrocubana en el escenario musical de Nueva York.

El lema de El Chico, “Tan español como España”, no impedía al restaurante servir ciertos platos mejicanos -chile con carne, pasteles puertoriqueños o guava con queso en crema-, que convivían en el menú con la paella valenciana, el caldo gallego y otros majares característicos de las diversas cocinas de la Península Ibérica.

Durante la Guerra Civil Española, los españoles republicanos de Nueva York metieron a Collada en una lista negra, pues supuestamente apoyaba a Franco. También le acusaron de pertencer a Casa de España, una oficina afiliada a Franco en Nueva York.

Para acceder a una extensa reseña de El Chico, de 1930, pulsar aquí.

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