*Socarrat

La elección de los nombres de restaurantes españoles en Nueva York resulta de lo más interesante. El Chico, uno de los más antiguos (inaugurado en 1925) pretendía evocar la figura de Boabdil el Chico, el último rey moro de Granada. Jai Alai, otro restaurante establecido en 1920, fue bautizado en honor al emblemático deporte del País Vasco, que se hizo tremendamente popular en Cuba a comienzos del siglo XX y acabó penetrando en Estados Unidos. Otro local de los años 20, El Faro, que aún permanece abierto, posiblemente alude a la proximidad del río Hudson, así como al origen gallego de sus propietarios: la costa gallega está llena de peligrosos acantilados poblados de faros.

Los restaurantes que formaron parte del Pabellón Español en la Feria Mundial de Nueva York de 1963-64, por cierto con gran éxito, portaban el nombre de las siguientes ciudades: Madrid, Toledo y Granada. Tal vez esto explica la tendencia a bautizar a los restaurantes españoles con nombres de ciudades a partir de entonces: a lo largo de las siguientes décadas los neoyorquinos tuvieron oportunidad de comer en Pamplona, Sevilla, Alcalá, Segovia y Barcelona sin necesidad de abandonar su ciudad.

Socarrat es el inusual nombre del restaurante español que, ubicado en la calle West 19th, aparece impregando del toque chic de Chelsea. Jesús “Lolo” Manso -también propietario de La Nacional, un bar de tapas en la calle 14th- se ha asegurado de que el local tenga un aspecto tan único como su nombre. En comparación con otros restaurantes españoles, Socarrat tiene techo altos y una luz muy brillante; desde luego el establecimiento no pretende evocar “la vieja España”. Tanto el diseño como la localización van dirigidas a un público joven, que busca tomar una copa acompañada de un pequeño refrigerio. Podría decirse que Socarrat es la hermana pequeña, y “cool”, de La Nacional.

El mejor momento para acudir es a primera hora de la tarde. Entre otras razones, porque los precios se encarecen por la noche. No hay demasiada gente que se detenga a disfrutar de una sangría justo después de trabajar, así que a esa hora el local no está demasiado concurrido. Los precios de los almuerzos oscilan los 7-10 dólares, exceptuando la paella. Si vas con el estómago vacío, asegúrate de pedir algún entrante ya que las porciones son inusualmente pequeñas, un poco en concordancia con el ambiente sofisticado y moderno del local. Incluso el pan –que normalmente es un componente esencial y abundante en las comidas españolas- adopta aquí un giro: el socarrat no se sirve acompañado de pan sino de deliciosas crackers, que enseguida desaparecen del plato.

¿Qué quiere decir la palabra socarrat? Así llaman los valencianos a la costra dorada de arroz que aparece adherida al fondo de la paellera cuando una paella está en su punto. En el restaurante Socarrat… ¡nunca falla el socarrat!

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