Este hotel, habilitado por la familia Cuyas de Cataluña en 1862, estaba emplazado en la calle Great Jones con Broadway. Cuatro años más tarde, en 1866, pasó a ser portada de todos los noticieros de Nueva York después de que un escalofriante asesinato –y la posterior ejecución de los culpables- conmoviese a la ciudad entera. El crimen involucraba a cubanos y españoles, huéspedes y trabajadores del hotel, y pasó a ser conocido como “El Asesinato Otero”.
En 1862, el Times cubrió la noticia de la feliz inauguración del hotel con el siguiente artículo:
La numerosa, respetable y creciente población española de esta ciudad puede congratularse por la reciente inauguración de este hotel, digno de su elegancia y refinado espíritu. Pese a que existen varios alojamientos españoles en las vecindades de Broadway, ninguno tiene la categoría del Hotel Barcelona, en el número 23 de la calle Great Jones. Por A. Cuyas, conocido y respetado caballero de la sociedad hispanoamericana.
Esta espaciosa mansión de dos pisos ha sido habilitada con las últimas novedades para el confort de sus huéspedes, y decorada -en su interior y exterior- con exquisito gusto. En suma, el hotel reúne una poco habitual conjunción de atractivos para los españoles que visitan Nueva York. Los propietarios y el personal del hotel -españoles de nacimiento pero con perfecto dominio de inglés y francés- ofrecen un impecable servicio, y los arreglos del hotel resultan convenientes y completos. Además, la localización es una de las más respetables y silenciosas de la metrópolis.
El nuevo hotel fue iluminado y engalonado con ocasión de su inauguración este pasado martes. A las ocho de la tarde, un selecto grupo de damas y caballeros se sentaron a disfrutar de una distinguida cena en el comedor, con acertada iluminación. Una serie de discursos de apertura, de media hora de duración, amenizaron la ocasión.
Las 34 habitaciones disponibles en el Hotel Barcelona ya han sido ocupadas. El sr. Cobus y la sra. Osorio, viuda del distinguido general español del mismo nombre, así como otras eminencias de procedencia mejicana y española, pueden ser contados entre sus huéspedes. La cocina y la bodega son de denominación española.
New York Times, 16 de octubre de 1862